Atención: Advertimos que el lenguaje de la nota es un poco subido de tono (tener en cuenta para los menores)
"¡Chabon!", dice Jennifer Lawrence por celular. "Estoy más perdida que la mierda. Hace diez minutos que estoy dando vueltas con el auto. ¿Dónde carajo está ese lugar?" Está buscando un establo. Tenemos planeado ir a cabalgar por los cañones que hay sobre Malibú, pero ninguno de los dos es capaz de encontrar el lugar. Le digo que pare y que la paso a buscar. La actriz joven más talentosa de los Estados Unidos está haciendo tiempo en una calle lateral adentro de su Volkswagen blanco, vestida con un jean, una remera gris y anteojos oscuros de diseñador. Tiene el pelo rubio natural atado en una colita, y saca el codo por la ventanilla abierta del coche.
Se hizo famosa por interpretar a jóvenes mujeres vulnerables con voluntad de acero, como su papel, nominado al Oscar, en Winter's Bone, o su interpretación de Katniss Everdeen, la hábil arquera de Los juegos del hambre. Ahora, se le ve en la cara que no se anda con chiquitas.
"Me estoy re meando."
Seguimos un poco más y encontramos el establo, que al final no es un establo sino un estacionamiento de polvo de ladrillo donde hay un remolque para caballos. Lawrence baja de un salto del Volkswagen y sale disparada en busca de un matorral. Dos chicas hermosas de veintipico con lentes de sol y corpiños deportivos, vestidas según los dictados chic del sur de California, la miran pasar muy sorprendidas. ¿Esa no es.?
Lawrence, de 21 años, suele causar primeras impresiones fuertes. Woody Harrelson, su partenaire en Los juegos del hambre, aún recuerda cuando se conocieron. "Yo estaba en mi trailer", cuenta, "y tengo un arnés para yoga. Entra Jennifer y me dice: «Hola, Woody, ¿ese arnés lo usás para el sexo?». Fue lo primero que me dijo".
Josh Hutcherson, también del elenco de Los juegos del hambre, dice: "Me llamó para que nos encontráramos cinco minutos, para que tuviéramos una de esas charlas en las que uno se dice: «Estoy muy entusiasmado de trabajar con vos». Pero ella arrancó diciendo: «Imaginate un catéter que entra.», y después derivó en una perorata de 45 minutos sobre los zombis y el apocalipsis".
Y esto es lo que dice Zoë Kravitz, que actuó con Lawrence en X-Men: Primera generación, que es además una de sus mejores amigas: "La vi un par de veces y me decía: «Pasate por casa así charlamos un rato». Así que voy a su departamento y me abre la puerta en toalla, y me dice: «Pasá, llegaste temprano, me estaba por duchar». Y tira la toalla y se mete en la ducha y se empieza a afeitar las piernas, desnuda. Me dijo: «¿Ya estamos en confianza? ¿Te molesta?»".
Lawrence termina de hacer pis en tiempo récord ("Soy la meadora más rápida del mundo", dirá más tarde. "Me hice famosa por eso") y emprende el regreso por el sendero. Apenas termina de abrocharse los jeans cuando las dos chicas la paran. "Perdón que te moleste", le dice una. "¿Pero podrías darme tu autógrafo? Mi sobrina tiene 15 años. Se pondría loca de contenta."
En este momento, las sobrinas de 15 son su público más entusiasta. Los juegos del hambre es la saga adolescente más exitosa desde Crepúsculo, con 24 millones de libros vendidos. Y, dado que esta historia de amor posapocalíptica llena de acción les resulta tan atractiva a los varones como a las chicas, los productores de la película ya preparan tres secuelas.
En el estacionamiento, nos encontramos con nuestra guía, Jasmin, que nos presenta a los caballos que vamos a montar. A Lawrence le toca una yegua gris que se llama Nay-Nay, que, según Jasmin, hizo una aparición en la serie de HBO Band of Brothers. "Ah", le dice Lawrence, acariciándole el hocico. "Sos famosa."
Jasmin nos pasa unos formularios de exención de responsabilidad (la actriz pone a su mamá como contacto de emergencia) y, mientras nos da sendos cascos, a mí se me viene a la cabeza una imagen de la última franquicia multimillonaria de Hollywood cayendo de cabeza en una quebrada. Pero ésta se disipa no bien Lawrence pone la bota en el estribo, y en un solo movimiento fluido, monta como una profesional.
Cuando era chica, su familia tenía un criadero de caballos. Su primer caballo fue un pony hembra llamado Muffin. "Era linda", cuenta Lawrence, "pero era una hija de puta". Después pasó a un par de machos, Dan y Brumby. "Se odiaban entre sí, pero una vez hubo una gran tormenta y pasaron la noche acurrucados en el establo, y se volvieron inseparables. La tensión sexual finalmente se desvaneció." La última en llegar fue Brandy. "Re grasa", dice Lawrence. "Eso fue en la época en que usaba tops strapless".
Fuente: Rolling Stone Argentina
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