El control del Capitolio sobre los distritos, el poder de los medios de comunicación, la persuasión publicitaria o los sentimientos contrapuestos son algunos de los temas que se barajan en la trilogía los Juegos del Hambre. La historia no solo gira en torno a una revolución sino que otras interesantes cuestiones se presentan para convertir la lectura en una profunda reflexión.
Pan y circo en Panem
Han sido muchas las publicaciones que compararon Los juegos del hambre con la novela de George Orwell, 1984, y es que los medios de comunicación se posicionan en primera fila para descifrar el sentido de la saga. El excesivo control por parte del Capitolio sobre los doce distritos de Panem se ve reflejado en la primera entrega en la que las pantallas de televisión se convierten en los únicos testigos de la lucha en la arena. La muerte y el asesinato de 23 jóvenes se muestra como un entretenido programa de televisión en el que solo habrá un vencedor. El morbo, la curiosidad y el deseo de conocer el proceso por el que se matarán los jóvenes hace vivir a los ciudadanos del Capitolio una fiesta continua en pos de esa celebración. Sin embargo, en los distritos este programa es concebido con miedo e impotencia de ver a tus jóvenes vecinos muertos por la diversión de unos pocos. Este es el argumento de la primera entrega, sin embargo detrás de estos juegos se esconde mucho más que la simple diversión.
La necesidad de controlar a los distritos, darles una buena razón para no revelarse contra algo tan poderoso que puede decidir sobre la vida de los ciudadanos y por encima de todo el miedo. La sensación de inferioridad con la que cada año se presenta a los 24 tributos ante las cámaras de todo Panem y la facilidad de matar hacen de la televisión el testigo idóneo con el que hacer comprender a la gente las reglas del juego.
Sin embargo el poder de los medios no se ciñe simplemente al seguimiento de los tributos en los juegos del hambre sino que, como se verá en las siguientes entregas, la pantalla sirve de punto de apoyo al poder en todas sus teorías. La sangre no solo será necesaria para controlar los distritos disidentes al orden establecido, sino que dentro del capitolio se ofrece una nueva necesidad: La diversión y el entretenimiento. Mientras que los distritos se afanan en sobrevivir, los ciudadanos poderosos viven en un mundo tan surrealistamente perfecto que el tedio forma parte de sus vidas hasta aplanarlos y volverlos peligrosos. Es la excitación por los juegos los que les convierte en ciudadanos modelos y agradecidos al presidente por montar semejante espectáculo. Otra forma distinta de controlar pero con los mismo efectos que el miedo, la sumisión.
La manipulación de las imágenes y los textos, una puesta en escena exuberante y el don de la oratoria se vuelven esenciales en Panem, donde el control de la audiencia se jugará más vidas que la propia guerra.
La necesidad de un líder
Este apartado recorre toda la espina dorsal de la trilogía desde que Katniss se coloca su insignia de Sinsajo para librar a su hermana de una muerte segura hasta la última página de la historia. Desde la primera reacción contraria a los deseos del Capitolio en el momento en la que protagonista decide suplantar a Prim en los Juegos, Katniss Everdeen se convierte en un modelo a seguir no solo en su distrito, sino en todos aquellos donde el conformismo empieza a resquebrajarse. Ella no será consciente de todo lo que conllevan sus acciones hasta que sea demasiado tarde para renunciar a unas alas que pretendían salvar su vida y se han convertido en el símbolo para echar a volar literalmente el orden establecido.
Tal y como dijo Albert Schweitzer “Ejemplo es liderazgo”, la chica a la que convirtieron en pájaro para presentarla rabiosamente bella a sus ejecutores, se convierte en la mayor ejemplo de lucha y entereza que se ha visto en los juegos del hambre en 74 años. Unos ideales y el deseo de volver junto a su hermana hacen de esta chica el símbolo más peligroso para el Capitolio: La libertad.
Pese a sus buenos sentimientos, Katniss se convierte en un líder vulnerable al que arrastran fácilmente el bando rebelde de Panem, ahora bien ¿Por qué un pueblo necesita una cara por la que combatir? Esta pregunta rondará por su cabeza durante la segunda y tercera entrega en la que se ve forzada a asumir su papel sin otra opción. Panem la necesita, cree en ella y en la estela que deja a su paso, su misión será no consentir que tuerzan las alas del sinsajo.
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Las dos caras del amor: Gale y Peeta
El romance que se muestra en esta historia es bastante singular y a la vez puede recordarnos con facilidad al trío amoroso que se da en la saga Crepúsculo, sin embargo los tintes de realidad condicionarán su porvenir.
¿Podemos amar a dos personas al mismo tiempo? Es la pregunta que se nos plantea desde el inicio de la trama y, aunque la protagonista intente coaccionarnos de su falta en la capacidad de querer, es sumamente fácil para el lector comprobar la fragilidad del corazón de Katniss y la confusión de sus sentimientos. Peeta y Gale representan casi dos polos opuestos que poco a poco irán alejando posturas dentro de la saga, pese a nacer en el mismo distrito ambos tienen concepciones de la vida muy distintas que harán dudar a la protagonista quién podría ser el más adecuado.
Gale, su mejor amigo desde los once años y el chico que la vio crecer, con el que compartió secretos y sus mejores momentos de felicidad durante un lustro. La complicidad que poseen, forjada en los bosques será el punto fuerte de esta relación, codo con codo sacaron a sus familias adelante y se conocen tan bien el uno al otro que cualquier ciudadano del distrito doce apostaría por un futuro juntos.Sin embargo los juegos del hambre traerán de vuelta a la vida de Katniss al chico rubio y bonachón del panadero que un día le salvó la vida al ofrecerla comida. Peeta ha estado enamorado de la protagonista desde la primera vez que se vieron en la escuela y, aunque ella lo ignoraba, ha buscado su mirada durante toda su vida. En la arena nada cambiará e intentará mantenerla con vida con el único propósito de que katniss pueda regresar a casa y tener una larga y satisfactoria existencia. Según va sucediendo la trama conocemos mejor a ambos personajes, pese a las faltas graves de cosificación que no termina de subsanar la tercera y última entrega.
El lector que busque en Los juegos del hambre una historia de amor al modo usual se sentirá defraudado. Katniss no es la típica adolescente que vivirá el amor con pasión y a cualquier precio, es posible que ni siquiera pueda tachársela de adolescente por lo que el romanticismo será escaso. Sin embargo, el dilema entre ambos pretendientes continuará durante toda la saga, ofreciendo un hilo de continuidad a muchas de sus acciones para al final dar sentido a lo que parecía perdido. Gale le ofrecerá protección, complicidad y el sentimiento de rebeldía para llevar a cabo una guerra con los más bellos ideales por bandera. Peeta Meelark, por el contrario, carece de ella, bondad y compasión son sus dos ases para conquistar el corazón de la joven, así como la promesa de una vida feliz y sosegada entre sus brazos. Con estas dos presentaciones podríamos pensar que solo queda la elección de Katniss pero aunque el amor mueva montañas, no debemos olvidar que la guerra las destruye.
Un mundo ¿próximo?
El país de Panem está situado en los restos de lo que habría sido Estados Unidos, guerras nucleares y desastres naturales han dejado la Tierra desolada, con apenas unos millares de habitantes malviviendo en la escasez de recursos que ofrece el planeta. ¿Podría ser este un posible futuro para la humanidad?
Un porvenir muy pesimista para los seres humanos y sin embargo bastante creíble, Los Juegos del Hambre no solo nos enseñan el irreal mundo de Katniss sino la posible herencia dejada por nuestra especie a las futuras generaciones. Un mundo en el que la superficie habitable se redujera de manera drástica a menos del 5% de todo el planeta y donde una única guerra podría poner fin a la especie humana. Nos puede dar la idea de un mundo futurista que nada tenga que ver con el planeta del que disfrutamos actualmente, sin embargo no podemos pasar por alto las señales.
En el segundo milenio de nuestra era las especies animales se están extinguiendo a un ritmo de cien mil veces más rápido de lo que cabría esperar y el 95% de ellas por causas no naturales. En los últimos 20 años hemos declarado oficialmente extintas 27 especies, entre ellas el león del Cabo, tigre de Tasmania, coquí dorado o el Alca gigante (pingüino de un metro de altura) por la destrucción del ecosistema y la caza desmesurada. Cada diez segundos desaparecen el equivalente a cinco campos de fútbol de bosque y selva y la destrucción de la capa de ozono amenaza los ecosistemas acuáticos. En este contexto no debemos olvidar las tensas relaciones humanas en las que el mundo se divide en diferentes bloques capaces de destruirse varias veces con solo pulsar el lanzamiento de bombas atómicas.
Con estos datos Panem no nos parece un futuro tan lejano ni extravagante, sino una predicción del lugar al que nos dirigimos.
Fuente: Vavel.com
1 comentarios:
Solo me gustaria agregar que el districto 5 se dedica a generar electricidad!!!!
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